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Disforia premenstrual: ¡No te calles!

Psicología


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Parece que las alteraciones médicas propias de las mujeres tienen que ser silenciadas o disimuladas, por miedo a que nos tachen de “flojas”. Pero hay complicaciones, como la disforia premenstrual, que pueden afectar en gran medida a nuestro día a día. Nuestro mensaje: acude al médico


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Hipócrates fue el primero en describirlo, y la psiquiatría lo estandarizó en los años 90 como trastorno depresivo. Hablamos de esa “semana fatídica previa a la regla” que un gran porcentaje de mujeres padecen a lo largo de su vida y que afecta a su entorno familiar, social y laboral. Su nombre técnico es desorden Disfórico Premenstrual (DDPM).

Una semana aproximadamente después de ovular, los niveles de estrógenos disminuyen en sangre, y esto provoca una respuesta anormal de la fluctuación hormonal. Los estrógenos regulan, entre otras cosas, sistemas de neurotransmisión como la serotonina, que mantiene a raya la irritabilidad y la depresión.

Todo esto explica también los cambios anímicos que suceden en la menopausia, ya que el fin de la reserva ovárica ocasiona la caída mantenida de estrógenos en sangre. De hecho un estudio de Harvard ha evidenciado que la mujer en la menopausia tiene 3 veces más posibilidad de desarrollar una primera depresión, y en mujeres con sofocos intensos el riesgo se duplica.

Si presentas 5 de los siguientes síntomas en los días previos a la regla:

  • Tristeza, desesperanza
  • Ansiedad, tensión interna
  • Inestabilidad emocional
  • Irritabilidad o aumento de conflictos interpersonales.
  • Pérdida de interés por las actividades cotidianas
  • Dificultad para concentrarse
  • Cambios de apetito, atracones o antojos
  • Letargia o insomnio
  • Hipersensibilidad o aumento del tamaño mamario, cefalea, molestias articulares…

Debes consultar a tu médico para mejorar tu calidad de vida. Lo mismo si estos trastornos anímicos se producen en la perimenopausia unidos a sofocos, trastornos del sueño o sequedad vaginal.

En los casos leves es fundamental el cambio de estilo de vida, el ejercicio aeróbico y herramientas de gestión del estrés como el yoga o la meditación. Pero si los síntomas limitan tu calidad de vida, consulta con tu médico; él será quien te indique el tratamiento más adecuado en función de tu historial y tu estilo de vida.

También es importante regular la alimentación: reducir el consumo de sal, alimentos con alto contenido en carbohidratos, cafeína, bebidas de cola y alcohol. De esta forma elevamos los niveles de endorfinas y con ello mejora el estado de ánimo depresivo.

No lo olvides: tus síntomas tienen remedio: acude a tu médico.

Fuente: Gema García Gálvez, ginecóloga.

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