Tengo insomnio, ¿qué hago?

Para disfrutar de una buena salud, necesitamos cubrir tres necesidades básicas: alimentación, ejercicio y sueño. Esta última puede convertirse en un problema a partir de la menopausia. Para la mayoría de las mujeres en esta etapa es un inconveniente habitual. Hasta el 60% padece insomnio.

Posteriormente, con la edad, el problema se agrava. De hecho las mujeres mayores de 65 años presentan las tasas más elevadas de insomnio. Con la edad el sueño profundo disminuye y se hace más liviano, lo que provoca que nos despertemos más durante la noche.

Según un reciente estudio de la norteamericana National Sleep Foundation, de entre 30 y 60 años duermen un promedio de 6 a 7 horas, 1 ó 2 horas menos de lo necesario para tener un día productivo. Los cambios físicos y hormonales, la mayor prevalencia de ansiedad y depresión… hacen de la mujer un blanco especialmente fácil para los trastornos del sueño. De hecho tienen el doble de posibilidades de padecer insomnio que los hombres.

¿Por qué ocurre en la menopausia?

– Los sofocos y sudoración nocturna, que se asocian a la caída de estrógenos, provocan un sueño de mala calidad con frecuentes despertares nocturnos.

– Trastornos emocionales: La aparición de ansiedad y estrés son habituales en esta etapa de la vida de la mujer y alteran nuestro sueño.

Desde la Sociedad Española del Sueño se hace una llamada de atención a la mujer, porque un mal cuidado del sueño repercute en la calidad de vida y aumenta la posibilidad de sufrir accidentes y de riesgos cardiovasculares.

Algunos consejos:

– No consumas cafeína, alcohol ni nicotina antes de dormir.

– Buenos hábitos de sueño: Utiliza un camisón o pijama liviano, evita mantas y mantén una buena climatización del dormitorio. Si a estos buenos hábitos le añades una rutina a la hora de acostarse puedes paliar estos problemas.

– Consulta con tu médico. Si el impacto del insomnio en tu calidad de vida es importante, el profesional verá si en tu caso es conveniente algún tratamiento, como una terapia hormonal sustitutiva o antidepresivos.

Fuente: Dra. Gema García Gálvez