Pues sí: por mucho que se quiera adornar, el hecho de parir como acto físico es traumático. Para tu cuerpo y para tu bebé. Después de hacerlo, es probable que tengas que colocar hielo en la vagina con toallitas para aliviar la hinchazón y el dolor. Y también es posible que debas sentarte en una almohada con forma de rosca por un tiempo. Las hemorroides llegarán, los puntos arderán y la orina te quemará. Usa las toallitas húmedas para aliviar la incomodidad.
Tendrás un sangrado muy abundante
No importa cómo des a luz. Ya sea cesárea o natural, lo cierto es que sangrarás. Es una “maravillosa” descarga de sangre conocida como loquios, un término que suena tan atractivo como lo que es en realidad. Lo mejor: suele durar apenas dos o tres semanas, aunque hay casos excepcionales que van más allá de un mes. Nada dura eternamente, y esto tampoco.
Pareces embarazada
Si esperabas quitarte de un plumazo esa barriga, sentimos decepcionarte. Asúmelo: durante un tiempo necesitarás ropa de maternidad después de haber tenido a tu querido enano porque te sentirás algo hinchada. No hagas caso a esas maravillosas influencers que te han asegurado que se recuperaron del parto en dos días. No importa que seas delgada por genética porque durante unas semanas todavía te verás con tripa. Es totalmente normal.
Podrías llorar… y mucho
Hay mujeres con suerte, pero lo normal es que el “baile” de hormonas te haga llorar ante cualquier mínimo contratiempo. Pueden ser pucheritos o llantos a corazón abierto, pero casi nadie se escapa de las lágrimas y el cuestionamiento de su propia existencia según qué momentos. Pero si bien es importante relativizarlo, tampoco hay que quitarle importancia. Si ves que todo se te vuelve más y más difícil, busca ayuda. No permitas que todo desemboque en una depresión postparto. Necesitas la compañía de los tuyos más que nunca.
Vigila tu cabello
No te sientes guapa y, para colmo, el suelo de tu ducha envía un nuevo desafío para tu autoestima al mostrar pelos de tu cabello. Otro de esos entrañables efectos secundarios hormonales que pueden surgir al dar a luz. De nuevo, la mejor noticia es que lo más normal es que sea transitorio. Eso sí, extrema el cuidado de tu cabello para evitar que tengas que pasar a mayores. ¡Ah!, y con las uñas también te puede pasar.
Problemas con la lactancia materna
Si eliges amamantar a tu bebé, prepárate para un viaje que quizá no sea apacible. No siempre es fácil encontrar la maravillosa estampa de madre y bebé disfrutando de ese momento tan íntimo. Hay mujeres a las que les cuesta mucho dar el pecho, incluso sienten gran dolor físico, y sufren mucho por ello. El consejo: vívelo de forma natural y si ves que las dificultades están matando la experiencia, no te obceques. Todo tiene un límite. Tanto para ti como para la nueva criatura. Por suerte la leche de fórmula es una magnífica opción para que tu bebé crezca fuerte y sano.
Un poco de incontinencia
La incontinencia urinaria tras el parto suele desaparecer cinco o seis semanas después de dar a luz. No está de más llevar comprensas específicas para las pérdidas de orina. ¿Por qué renunciar a ellas? Para eso están. Te va a ayudar llevar una buena dieta para volver pronto a tu peso, realizar baños de inmersión y, por supuesto, acudir a un fisioterapeuta para que haga una valoración de tu suelo pélvico y te indique una tabla de ejercicios de Kegel para realizar. Si ves que se así no remite, consulta a tu ginecólogo.
Esos momentos de odio
Otro delicioso momento hormonal postparto es el de las emociones. Y particularmente ese odio que se suele generar hacia (pobre) tu pareja. Las acusaciones pueden ser se todo tipo: no te comprende, no te ayuda, no se pone en tu piel, no te trata con cariño, a tu madre no la quiero ni ver… Son las hormonas, querida. El mejor consejo es ser consciente de que ese momento de odio puede llegar y explicárselo de antemano a tu pareja. Y cuando lo haga, intenta serenarte, respirar, pensar las cosas dos veces y regresar a tu ser. Pero si la ira ha aparecido sin freno, tampoco cuesta pedir perdón. Que las reconciliaciones también pueden ser maravillosas.
Más ganas de sexo
Y más hormonas… Tienes sofocos y te sientes más excitada de lo normal. Sí, quieres más sexo. En parte, también porque deseas volver a sentirte sexy. Pero, sobre todo, porque las hormonas se han puesto a bailar como locas dentro de tu cuerpo. La realidad es tozuda: es habitual que ahora quien tenga menos ganas de sexo sea tu pareja. Bueno, para esto del sexo siempre hay soluciones, ¿verdad?