Cuando nos toca cuidar de nuestros padres
Psicología
Cumplimos años y nuestros progenitores también, y llegará un día en que tendremos que hacernos cargo de ellos. Pero las circunstancias actuales de nuestra vida son muy diferentes a las suyas y pondrán a prueba nuestras emociones. Ser realista y buscar alternativas creativas puede ayudarnos a gestionar este momento.
A medida que vamos avanzando en edad, nuestros padres, como es natural, también lo van haciendo. Así que es muy habitual que llegue un momento en el que, bien por circunstancias puntuales o de manera permanente, tengamos que cuidar de ellos.
La situación de cuidar de nuestros padres tiene unas connotaciones especiales. Por un lado aparecen emociones positivas como el amor y la entrega, así como la sensación de poder dar a nuestros padres de vuelta los cuidados y la atención que en su vida tuvieron con nosotros.
Pero también aparecen emociones negativas, cuando nos damos cuenta de que esta tarea tenemos que realizarla mientras seguimos afrontando nuestras obligaciones diarias. En esta etapa de nuestras vidas puede coincidir también con cambios fisiológicos y sintomatología propia de la menopausia, como insomnio o la sensación de pérdida de energía.
Al tratarse de nuestros padres, el sentimiento de querer hacer todo lo posible por ellos y no poder porque nuestras fuerzas no son suficientes para llegar, produce fuertes emociones de frustración y de culpa.
Pedir ayuda y reconocer que no se puede abarcar todo es la mejor forma de afrontar el problema
Son habituales comentarios como “debo cuidarles como ellos hicieron conmigo”, “mi padre/madre se sacrificó y lo dejó todo por nosotros”… Esto nos lleva a conflictos. Por ejemplo, que tu padre/madre dejara de trabajar para cuidarte no significa que tú debas hacer lo mismo y ser la única que debe cuidarla.
Las situaciones son diferentes, y tu vida también. Debemos tomarnos muy en serio esta situación si no queremos caer en procesos de ansiedad o tristeza, o incluso en el ‘Síndrome del cuidador’.
Nos imponemos muchas cargas y “deberías”, bajo esa palabra tan mal entendida que es el egoísmo. No queremos ser egoístas, pero pedir ayuda y reconocer que no puedes dejarlo todo ni abarcar todo, es ser realista.
Este por supuesto no es el caso de todas las mujeres. Existen opciones diferentes y múltiples perspectivas a la hora de afrontarlo. Hay soluciones creativas y valientes. Este es el ejemplo de nuestra ganadora del I Premio Tena Lady a las mujeres que Triunfan, Montse, que abandonó su trabajo como pediatra en la Seguridad Social para atender a su madre con Alzheimer, y para esto creó un centro de día que gestionaba y la permitía cuidarla.
Y tú, ¿eres cuidadora? ¿Nos cuentas cómo lo has afrontado? Anímate y compártelo.
Fuente: Alicia Jiménez, psicóloga