Durante la actividad física liberamos más de 50 hormonas que hacen que nos comportemos de manera diferente a como somos normalmente, ya que muchas de estas sustancias recorren nuestro organismo y envían distintos mensajes a nuestro cerebro para ayudarnos a mejorar nuestro rendimiento. Da igual si tienes 20 años, estás pasando la menopausia o tienes nietos. Siempre están. Desde el cortisol a las hormonas de la felicidad, aquí tienes las más importantes.
Cortisol, un chute de orgullo y coraje
El cortisol es una hormona esteroide que se activa en respuesta al estrés, la hipoglucemia y el esfuerzo. Ayuda decisivamente a nuestro metabolismo durante el trabajo físico creando la glucosa necesaria para ayudarnos a seguir adelante con el ejercicio. Es como un chute de orgullo y coraje. ¿Rendirse? Nunca. O, al menos, no demasiado pronto.
El ejercicio moderado aumenta inicialmente los niveles de cortisol, pero luego contribuye al bajón de la hormona por las noches, que es lo aconsejable. Por eso, el ejercicio te quita tanto estrés y es tan aconsejable durante la menopausia, cuando es más común tener episodios de ansiedad.
Las hormonas de la felicidad, la alegría tras el esfuerzo
Muchas veces te preguntas cómo puede haber gente que sea tan feliz haciendo esfuerzos enormes. Por ejemplo, un maratón. Pero también caminar durante un buen rato, cada persona en la medida de sus posibilidades. Y eso es en buena medida por las hormonas de la felicidad que se activan durante el ejercicio.
Dopamina, serotonina, endorfina o encefalina, entre muchas otras, contribuyen a crear sensaciones de bienestar y euforia actuando como neurotransmisores en nuestro cerebro. Es la conexión cuerpo-mente y lo que a muchos les hace sentirse tan bien cuando terminan de hacer deporte. Y como la menopausia puede trastocar tu estado de ánimo y muchas veces te pone triste, encontrarás en el ejercicio un magnífico aliciente.
Glucagón, para aumentar los niveles de glucosa en sangre
Liberado en respuesta a niveles bajos de azúcar en sangre, el páncreas produce glucagón para estimular la liberación de ácidos grasos libres del tejido adiposo y aumentar los niveles de glucosa en sangre, los cuales son importantes para impulsar la actividad del ejercicio. A medida que los niveles de glucógeno se agotan durante el esfuerzo, se libera el adicional almacenado en el hígado.
Con la menopausia, se pueden desencadenar fluctuaciones en el nivel de glucosa sanguínea y puedes llegar a notar que tu nivel de glucosa en sangre cambia más que antes, y sube y baja. Hacer ejercicio hará trabajar tu organismo para ayudar a equilibrar esos valores.
Adrenalina y noradrenalina, energía y euforia
Estas hormonas del estrés juegan un papel importante al ayudar al sistema nervioso a producir energía y regular la función del cuerpo durante el ejercicio cardiorrespiratorio. Todos sabemos qué sucede cuando liberamos adrenalina en situaciones de estrés y eso mismo es lo que ocurre en el ejercicio físico. Se genera euforia y unas dosis extra de fuerza como reacción casi instintiva de defensa contra las barreras físicas y anímicas que nos pueda plantear el esfuerzo.
Testosterona, protector del daño muscular
La testosterona es una hormona esteroidea y ofrece una respuesta al daño que causa el ejercicio sobre las proteínas musculares. Entre otras cosas, durante la actividad cotidiana es responsable de la formación de músculo y en la fortaleza de huesos y cabello. Y con un añadido extra: unos buenos niveles fomentan el apetito sexual, que puede verse mitigado durante la menopausia.
Hormona del crecimiento, gasolina para tus músculos
La hormona del crecimiento aumenta el volumen de músculos, huesos y colágeno. Se activa generalmente a los 25 minutos de comenzar la práctica de la actividad física y es especialmente relevante cuando se realizan ejercicios fuertes. La falta de estrógenos propicia que durante la menopausia se pierda fortaleza en músculos y huesos. Hacer ejercicio es fantástico para mitigarlo. Lo apropiado es hacer ejercicios de fuerza y flexibilidad.