Practica el egoísmo bien entendido: ¡Quiérete!
Psicología
Las mujeres nos autoexigimos demasiado: en el trabajo, en casa, con nuestros hijos... Debemos aprender a incluir en nuestro vocabulario la palabra conciliación, pero con nosotras mismas. El reto es encontrar más tiempo para nosotras, porque nos lo merecemos.
Por primera vez este año, el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, que se celebró el pasado 8 de marzo, ha eliminado el “apellido” de trabajadora, muy probablemente porque la especificación a estas alturas sobra. Salvo raras excepciones, todas las mujeres somos trabajadoras.
Es innegable que la mujer ha alcanzado muchas metas desde que sucedió el fatídico suceso en la fábrica textil Cotton de Nueva York, en el que murieron 127 trabajadoras por reivindicar sus derechos, y que está en el origen de este homenaje.
Nos queda un largo camino por recorrer en todos los ámbitos. Hemos accedido a la garantía de una serie de derechos laborales con los que aquellas mujeres ni siquiera soñaban hace 200 años, pero aún tenemos que introducir una nueva palabra en nuestro vocabulario del día a día: Conciliación.
Según varios estudios, el 60% de licenciados universitarios son mujeres, pero sólo el 10% ocupa un cargo directivo. Y aún hay más, el precio que tienen que pagar estas mujeres por ostentar esos puestos pasa muchas veces por dedicar menos tiempo a su vida familiar, o incluso a renunciar a ella.
Y aún nos topamos de frente con otro dato: hay estudios que afirman que las mujeres que consiguen ese extraño equilibrio entre vida laboral y familiar, dedican una media de 39 minutos al día a disfrutar de sus actividades personales. Si a estos 39 minutos le quitamos el tiempo diario que dedicamos a nuestras necesidades básicas, como la higiene personal o comer, ¿cuánto tiempo nos queda para centrarnos en nosotras?
Nuestro consejo es que aprendamos a dejar a un lado el cargo de conciencia por no estar siempre disponibles para todo y para todos, y que, si sólo podemos sacar 39 minutos diarios, que sean absolutamente nuestros, que seamos egoístas y los disfrutemos.
Fuente: Natalia Domínguez, psicóloga