El cuerpo cambia cuando te enamoras
Tras estos cambios a nivel bioquímico, que se dan en la corteza cerebral, comienzan a notarse otros en el sistema endocrino, dando lugar una respuesta fisiológica: atracción física y deseo, temor al rechazo, pensar tanto en el otro que se pierda la capacidad de concentración, idealización, etc.
Una vez que pasa la fase inicial del enamoramiento y, a medida que la relación se asienta, se entra en una rutina cuya configuración es un trabajo en pareja. En esta rutina suele tener mucho protagonismo la comida y el sedentarismo: salir a cenar y volver pronto, quedarse a desayunar juntos, darse caprichos, sofá y peli… Es normal que se gane algo de peso.
El amor engorda
Un informe de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), que consultó una muestra de 2.300 personas de entre 30 y 40 años, arrojó en el año 2015 que, como resultado de enamorarse, las personas experimentan un aumento medio de 4,5 kilos de peso corporal. En el mismo estudio se dice que nos cuidamos más cuando estamos buscando pareja, actitud que se mantiene en los inicios de la relación. Una vez que ésta se torna estable, la dieta se relaja y es normal engordar.
No hay que alarmarse. Si has subido de peso al entablar un vínculo romántico, probablemente seas feliz con tu pareja. Y te sientas cómoda. Ahora bien, es importante ser consciente de los hábitos que han intervenido en el cambio de peso y tratar de conducirlos a una pauta saludable. Mucho más, teniendo en cuenta la etapa de la vida en la que te encuentras.
Enamorarse a los cincuenta
La menopausia trae al cuerpo femenino una serie de desarreglos orgánicos, consecuencia de la falta de estrógenos, que pueden provocar de media la ganancia de tres a cinco kilos, enamorada o no. Además, se dan cambios en la silueta: se pierde masa muscular y aumentan los tejidos grasos, especialmente en abdomen, muslos y nalgas.
Sin embargo, como se cree, los cambios hormonales no son los únicos responsables del incremento de peso en las mujeres en este período: la falta de ejercicio y los hábitos dietéticos inadecuados contribuyen. Ahí es donde hay que poner el foco, hablar con la pareja y quizá aumentar los planes de mayor actividad que sean incompatibles con comer o, al menos, con comer de forma poco saludable o demasiado abundante.
Nutrición y ejercicio en la menopausia
A partir de lapre-menopausia, cabe aprender a alimentarse de forma distinta. El metabolismo cambia y las necesidades son otras. Se sabe que las necesidades metabólicas de energía de las mujeres disminuyen un 5% por década. Esto se traduce directamente en la necesidad de un aporte calórico menor.
Es indispensable adoptar una buena higiene de vida, cuyos dos elementos fundamentales son una alimentación equilibrada asociada a una actividad física regular (sin dejar de lado el descanso suficiente y el buen manejo del estrés). En el ejercicio diario debe haber una presencia innegociable del entrenamiento de fuerza en el que, sin duda, puede involucrarse a la pareja, para hacer del momento compartido una experiencia más agradable.
La dieta de la mujer menopáusica, como la de cualquier otra persona, debe incluir gran cantidad de fruta y verdura, proteínas magras, grasas saludables y lácteos, además de poca sal y la mínima cantidad de azúcar refinado, alcohol y productos ultraprocesados.
El mal de amores, ¿engorda o adelgaza?
Por último, conviene saber que el estrés emocional que acarrea en ocasiones la relación de pareja cuando las cosas se tuercen (sea definitiva o momentáneamente), ni hace engordar ni hace adelgazar. Es la ansiedad la que suele inclinar la balanza, nunca mejor dicho. La ansiedad es una sensación física motivada por algo no concreto (insatisfacción, afán de control, inseguridad o miedo, entre otras emociones) que se plasma en respuestas corporales como falta de aliento, respiración entrecortada, presión en el pecho o sensación de vacío indeterminada.
Se engorda o adelgaza dependiendo del grado de dicha ansiedad. Una ansiedad media, la más común, suele llevarnos a intentar atravesar esa emoción negativa con ayuda de la comida (casi siempre nos atraen alimentos muy palatables, repletos de grasa y azúcar) y, por lo tanto, lo más frecuente es engordar, incluso llegar a la obesidad si el trastorno se mantiene y no se trata de manera adecuada con tratamiento y terapia psicológica. Es importante saber que, si se trata de una ansiedad muy aguda, por lo general se corta el apetito y se acelera el metabolismo, por lo que la persona adelgaza aunque se esfuerce en comer con normalidad, llegando incluso a límites de bajo peso, peligrosos para la salud.
Dicho todo esto, y sabiendo que la vida en pareja puede acarrear un aumento de peso, cabe plantearse este momento como una oportunidad para, aprendiendo cada uno lo mejor del otro, implantar hábitos de vida saludables, con alimentación equilibrada y actividad física regular.