¿Qué es la permarexia?
De cuidarte y procurar no ingerir grasas perjudiciales o azúcares refinados de más, a vivir obsesionada contando calorías, o probar todas las dietas restrictivas y desequilibradas nutricionalmente hay una gran diferencia. Esto último se conoce como permarexia.
Si bien no es un término oficial a nivel médico, sí se encuentra agrupado en los manuales psiquiátricos en el grupo de Trastornos de la Conducta Alimentaria No Especificados (TCANE), junto a la ortorexia, entre otros.
“Los trastornos alimenticios no especificados están relacionados con la manera en la que comemos y con la percepción que tenemos de cómo afecta a nuestro físico esa alimentación”, argumenta Pilar Conde, psicóloga de las Clínicas Origen.
Cómo saber si sufres permarexia
Sostienen los expertos que seguramente lo más preocupante de este trastorno es que, por lo general, quien lo padece no tiene conciencia de ello. La permarexia invade muchos aspectos del día a día de las personas que la padecen: lo que leen en redes sociales, en la prensa, las conversaciones con su entorno, formas de hacer la compra y de cocinar, aplicaciones que se bajan en el móvil… Se puede considerar una (enfermiza) forma de vida.
Y, aunque esto podría verse solamente como un desorden en la conducta, donde comienza a ponerse seria la cosa es cuando médicos y educadores se dan cuenta que la permarexia es uno de los factores de riesgo con mayor peso para iniciar un TCA como anorexia o bulimia, según apunta el Dr. Miguel A. Harto, médico psiquiatra especialista en adicciones y patología dual, “Las personas con permarexia se adhieren a múltiples dietas que se venden como milagrosas, con el objetivo de reducir su peso corporal. De hecho, este es uno de los criterios que se utiliza para diagnosticar: haber probado más de tres dietas diferentes en un año, todas ellas con el objetivo de bajar peso”, añade.
Vigila estos síntomas
El experto enumera en su cuenta de Instagram algunos de los síntomas que presentan las personas con permarexia. Lee atentamente:
- Tienen obsesión por las calorías ingeridas. Cuentan las calorías de todas las comidas y de las etiquetas nutricionales al comprar alimentos.
- Siguen dietas hipocalóricas y muy restrictivas, evitando así el miedo patológico a ganar peso. Suelen apuntarse a dietas milagro y a productos “adelgazantes”.
- Restringen cantidad y tipo de alimentos que ingieren; tienen lista de productos prohibidos.
- Sufren oscilaciones en el peso corporal. Suelen presentar cambios importantes de peso y patrón alimentario, pero habitualmente están en normopeso, lo que dificulta el diagnóstico.
- El peso influye en su autoestima y estado de ánimo. Valoran su valía personal, su éxito y su bienestar emocional en función de su tamaño, peso y silueta corporal.
A todo esto, añade: “Como la mayoría de los trastornos psicológicos, suele tener un origen multifactorial: baja autoestima, insatisfacción corporal, inestabilidad emocional, rasgos obsesivos y la gran importancia que dan a las opiniones de los demás”.
¿Cuáles son las consecuencias de vivir en permarexia?
Quien pasa la vida contando calorías debe saber que no supone una rutina inocua. Desear restringir al máximo, descartando grupos enteros de alimentos, recurriendo a dietas profundamente desequilibradas, es un desencadenante para alterar el patrón alimentario, volver loca a la química cerebral, caer en el efecto yo-yo, generar ciclos de control-descontrol y modificar el humor y las emociones, entre otras cosas.
¿Tiene tratamiento la permarexia?
Sí, y suele dejarse en manos de los profesionales de la psicología y de la nutrición (con ayuda normalmente de un psiquiatra). Lo más urgente en estos pacientes es ayudarles a modificar las ideas disfuncionales que tienen sobre su cuerpo y sobre la comida. Paralelamente, se trabaja la baja autoestima, la rigidez de pensamientos y el posible aislamiento social, tres problemas que suelen tener en común quienes sufren permarexia.
Para la psicóloga de Clínicas Origen, vivir subido a la báscula se ha convertido en algo más común de lo que sería deseable, ya que ha entrado en el terreno de las obsesiones y se puede llegar a relacionar con los trastornos ligados a la autoestima y a la imagen personal.
“La preocupación excesiva por cómo nos vemos y por cómo nos ven los demás, explica, se ha multiplicado en la última década, y uno de los factores que influye son los miles y hasta millones de ojos que observan a través de las redes sociales. Esta sobreexposición sitúa en un lugar de especial vulnerabilidad a la persona, ya que las dudas, los temores y los miedos al rechazo aumentan exponencialmente según la pertenencia a distintas redes sociales y las vistas, comentarios y otras interacciones en las mismas”, concluye la experta.