Lo primero que debes saber es que se trata de una elección estrictamente médica. Nada de caprichos. Así, es habitual que se induzca el parto si tu bebé se resiste a salir en la fecha prevista o si existe algún riesgo para tu salud o la de tu pequeño. Una vez que lo tienes claro, vayamos con todos los interrogantes…
¿Cuándo es necesario?
Probablemente sea la pregunta más importante. Como ya te hemos dicho, un parto inducido es necesario fundamentalmente cuando existen riesgos para la salud de la madre y del bebé. Escuetamente, los motivos principales son:
- Que hayas salido de cuentas y hayan pasado una o dos semanas.
- Infección en el útero.
- El peso estimado del bebé es inferior al percentil 10 para la edad gestacional.
- No hay suficiente líquido amniótico alrededor del bebé.
- Se presenta diabetes durante el embarazo (diabetes gestacional) o existe de antes.
- Presión arterial alta durante el embarazo en combinación con signos de daño a otro sistema de órganos.
- Presión arterial alta anterior, la cual se presentaría antes de la semana 20 del embarazo (hipertensión arterial crónica) o después de esta (hipertensión gestacional).
- Placenta despegada de la pared interna del útero antes del parto.
- Enfermedades de la madre, principalmente cardíacas, pulmonares o renales, y obesidad.
¿Cuándo se realiza el parto inducido?
La inducción suele planificarse con antelación. Y es fundamental implicarse en la decisión, analizando con tu médico todas las ventajas y desventajas, y conocer por qué creen que debería inducirse el parto. Antes de inducir el parto, te propondrán un barrido de membranas, también conocido como barrido cervical, para provocar el parto. Por lo general será después de las 39 semanas.
¿Cómo se induce al parto?
Si te están induciendo el parto, ingresarás en la unidad de maternidad del hospital. Hay varias formas de inducir el trabajo de parto:
- Hacer madurar el cuello del útero, controlando las contracciones y la frecuencia cardíaca del bebé.
- Separar las membranas del saco amniótico, también conocida como desprendimiento de las membranas.
- Romper el saco amniótico, realizando una pequeña incisión para ayudar a que el trabajo de parto avance.
- Inyectar oxitocina para que el útero se contraiga.
¿Cuáles son los riesgos?
No debería suceder nada, pero tu médico te alertará de los posibles riesgos de un parto inducido. Principalmente los siguientes:
- Fallo de los métodos usados para provocar el parto, en cuyo caso puede ser necesaria una cesárea.
- Frecuencia cardíaca fetal baja por la medicación utilizada, lo que puede reducir el suministro de oxígeno al bebé y bajar su frecuencia cardíaca.
- Infección.
- Rotura uterina.
- Sangrado después del parto.
¿Cómo te sentirás después del parto inducido?
Nunca te pongas en lo peor. Nada tiene por qué salir mal en un parto inducido. Se hace por necesidad y siempre bajo criterio médico. Este también te dirá cómo te sentirás una vez concluido ese agotador proceso cuyo final lo justifica todo. Así, la rotura de las membranas puede causar alguna molestia o dolor, pero se pasa en apenas un minuto. También es posible que también tengas calambres intensos o pérdidas durante uno o dos días. La rotura de la bolsa (o fuente) puede ser un poco incómoda y es posible que sientas una especie de tirón, seguido de un chorrito de líquido tibio. Y no mucho más.
¿Qué problemas puede causar en el suelo pélvico?
Un parto inducido no tiene por qué causar más problemas en el suelo pélvico que un parto natural. Quizá puedas llegar más fatigada al final, cuando los músculos pélvicos son más vulnerables, y la recuperación de la zona tarde un poquito más. Después del parto, estos músculos quedarán algo flácidos, lo que puede conducir a algunas disfunciones como la incontinencia de orina. Por eso es una idea estupenda ejercitar estos músculos tras tener al bebé para que recuperen su tono y estas disfunciones sean simplemente transitorias. En muy poco tiempo verás cómo tu parto inducido, si es que lo tuviste, fue en realidad la mejor solución y ya disfrutas de tu maravilloso bebé.