La moda de beber colágeno en la menopausia
Belleza
¿Truco de marketing o suplemento eficaz? Sepamos si estos polvos tan de moda en redes sociales son capaces o no de actuar sobre el envejecimiento de la piel durante la menopausia.
Una piel joven, turgente, sin flacidez y en la que no se marcan las arrugas es una piel que está a tope de colágeno. El colágeno, como ya hemos comentado alguna vez mediante el mismo símil, es a la piel como el relleno y los muelles a un colchón. Recién estrenado, está firme y elástico pero, con el paso del tiempo, se hunde, pierde densidad y forma.
Pues bien, a partir de una edad y, sobre todo, cuando los años se suman a determinadas malas costumbres, las fibras de colágeno dejan de producirse a la misma velocidad de siempre (y empiezan a destruirse más deprisa), además de hacerlo con diferente nivel de calidad. El panorama se pone feo, pero hay cosas que pueden hacerse para hacer que el colágeno reviva.
Habrás oído que, para ello, se pueden tomar complementos de colágeno –líquido, en pastilla o polvos solubles-. Hablaremos de ello más adelante pero, primero, para entender la posible bioestimulación que, como veremos, puede llevarse a cabo mediante diferentes mecanismos, conviene explicar que los fibroblastos presentes en la dermis de la piel son quienes estimulan la formación de colágeno y, a su vez, los estrógenos, quienes impulsan a los fibroblastos.
Con esto ya se entiende que, al retirarse la regla, la cosa se pone más perezosa aún a nivel celular y conviene actuar. ¿Cómo? De muchas y variadas formas, siendo solo una de ellas la toma de suplementos. También se puede someter a la piel (del rostro o del cuerpo) a sesiones de radiofrecuencia o inyectar a diferentes planos cutáneos ácido poliláctico o hidroxiapatita cálcica, por ejemplo.
Suplemento de colágeno: ¿Qué es?
Pero vayamos a los suplementos de colágeno, que es lo que nos interesa hoy. La fibra de colágeno se compone de una serie de aminoácidos y éstos pueden llegar al organismo a través de la alimentación o de suplementos. Habrás visto estos últimos en herbolarios, farmacias, hasta en el supermercado. Para saber si te conviene comprarlos y, en caso de comprarlos, cómo elegirlos y cómo tomarlos es importante aclarar la confusión que existe en torno a ellos.
Para empezar, hay unos suplementos llamados de colágeno pensados para mejorar el estado de las articulaciones y otros para la piel. Aquí vamos a referirnos a los que actúan a nivel dérmico.
Y la primera duda es: ¿se llaman colágeno bebible porque lo que bebes es colágeno? No. En realidad, se trata de combinaciones de aminoácidos (y otros ingredientes) capaces de estimular la producción de colágeno propio. Quizá hayas leído en Internet aquello de “beber colágeno para tener más colágeno es como comer pelo para dejar de ser calvo”.
Marketing vs. suplemento eficaz
Esta afirmación –no carente de sentido al cien por cien- es tal vez un poco tendenciosa si trata de desenmascarar el supuesto truco de marketing asociado a la moda de beber colágeno. Porque la verdad demostrada es que no es ningún truco.
Los aminoácidos de los suplementos conocidos como “colágeno bebible” sí se absorben, sobre todo si provienen del pescado. El colágeno comienza a sintetizarse cuando estas enzimas logran un aumento de la hidroxiprolina en sangre, aumento que siempre será más eficaz en combinación con hierro y vitamina C, entre otros elementos, algo a tener en cuenta al analizar el etiquetado del suplemento en cuestión.
¿Qué suplemento de colágeno es mejor?
Aclarado que el colágeno bebible es en realidad una mezcla de aminoácidos, y sabiendo que dermatólogos y médicos estéticos comienzan a dar espacio en sus libros de recetas a este tipo de suplementos, es importante dejar claro que una buena alimentación, que incluya estos aminoácidos (sobre todo, los provenientes de las proteínas que hay en la piel del pescado, mayoritariamente salmón y bacalao) y excluya el resto de factores que degradan el colágeno –edad aparte- es tan beneficiosa o más que darse al chupito de colágeno.
Para empezar, porque sale más barato llenar la cesta de alimentos ricos en prolina, glicina y lisina (salmón o anguila con su piel, por ejemplo, o alguna carne de ternera o cerdo muy cartilaginosa) que gastar cientos de euros en polvitos rosas y, para continuar, porque solo los colágenos bien formulados son realmente biodisponibles, es decir, capaces de ser asimilados bien por el organismo para llegar a donde tienen que llegar.
Calidad-precio
Cabe decir que, por supuesto, que sea caro y no sea necesario no quiere decir que no funcione. Existe un artículo científico, ampliamente referenciado, titulado “Revisión de los efectos beneficiosos de la ingesta de colágeno hidrolizado sobre la salud osteoarticular y el envejecimiento dérmico”, publicado en la revista Nutrición Hospitalaria en 2015, cuyas autoras son Teresa Figueres Juher y Esther Basés Pérez, Licenciada en Biología por la Universitat Autònoma de Barcelona e Ingeniero Químico Orgánico por el Institut Químic de Sarrià, Barcelona, respectivamente.
En él se analizan sesenta estudios sobre ingesta de colágeno y estas son algunas de sus conclusiones: “Varios estudios clínicos respaldan los efectos beneficiosos del colágeno hidrolizado sobre las propiedades de la piel, como mejor hidratación y elasticidad, reducción de arrugas y redensificación.
También se detecta una mejor funcionalidad tanto de la dermis como de la epidermis. Por todo ello, se llega a la conclusión de que el colágeno hidrolizado es un agente útil para combatir el envejecimiento dérmico”.
¿Qué suplemento de colágeno tomo?
La oferta es tan enorme y variada que se hace difícil distinguir el que está bien formulado del que no, así que la decisión debe basarse en otros criterios. Por ejemplo, que no contenga algún alérgeno, que el sabor sea bueno, que los “pluses” añadidos sean vitamina C, zinc, hierro, ácido hialurónico y magnesio (todos ellos hacen que se absorba mejor y sea más eficaz), etc. El formato ideal es en polvo, conocido como colágeno hidrolizado.
Su gran ventaja es que puedes medir bien la dosis y lo puedes mezclar con agua, zumo o una tisana. El colágeno líquido suele ser más caro y precisa refrigeración, por lo que no resulta una opción demasiado práctica. Pero es tu dinero, así que es tu decisión. A veces el precio viene dado por las características organolépticas del producto, que está más trabajado para que no huela o sepa a pescado, se disuelva bien, incluso sea bonito e instagrameable. 😉
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