No hay una edad definida para los divorcios. Simplemente suceden. La franja de edad más numerosa es la que va entre los 40 y 49 años, seguido por la de entre los 50 y 59 años. Y luego viene la sorpresa: ¿sabías que las disoluciones de matrimonios cuyos cónyuges ya han cumplido los 65 años se han duplicado en los últimos años y que la tendencia sigue al alza? Se supone que debería ser un tiempo de placidez y descanso, pero lo cierto es que muchas veces el paso de los años genera nuevos problemas en la convivencia con los que no se contaban.
Se conoce como “divorcio tardío” (o “gris” en otros países, en alusión a las canas) cuando una pareja mayor se separa después de un matrimonio duradero. Las razones suelen ser múltiples, Repasemos una por una…
Nos hemos distanciado
Es una de las causas más comunes y realmente ocurre cuando cuesta identificar la causa exacta de la desaparición del matrimonio sin que haya habido una infidelidad ni una gran pelea. O buscas nuevos alicientes que reactiven la pareja o la reconciliación es difícil. En cambio, la experiencia en los abogados matrimonialistas dice que la mayoría de las parejas que caen en esta categoría son de bajo conflicto y suelen colaborar para llegar a un acuerdo justo.
La edad
El paso de los años genera “inconvenientes”: más achaques, más dolores, más arrugas, menos vitalidad, más ganas de quedarte en casa… Y tal vez llegas a pensar que si lo cambias por alguien más joven, el tiempo también se revertirá. Una mentalidad “anticuada” augura un complicado final.
Superación personal
Después de tantos años de verse, vestirse o sentirse de la misma manera, algunas personas quieren hacer cambios en la forma en que viven su vida. Cosas como bajar de peso, hacer ejercicio o mejorar la apariencia. Y a veces se piensa que conocer o buscar a alguien nuevo ayudará a lograr los cambios que buscan. Muchas veces es un momento de “ofuscación transitoria”, una suerte de crisis momentánea que quizá se pueda reconducir si surgen nuevos estímulos en la pareja.
Dinero
Oh, sí, el maldito dinero… Cuando las parejas están en sus mejores años de ingresos, se pueden pasar por alto muchos gastos superfluos y excesivos. Pero una vez que el flujo de dinero se detiene y la pareja se ve obligada a vivir con ingresos más fijos, llega un bocado de realidad. Las diferencias en los hábitos de gasto se vuelven muy claras y eso puede llevar a que uno de los cónyuges quiera divorciarse. Si hay generosidad, hay solución. Pero si no es así, el divorcio puede ser muy largo y delicado.
Sexo
Al igual que las diferencias en los hábitos de gasto, las diferencias en los impulsos sexuales también pueden hundir un matrimonio. A medida que la pareja envejece, la libido puede diferir, a veces de forma espectacular. La mediación puede funcionar en estas situaciones y un terapeuta de pareja puede ayudar muchísimo a salvar la situación.
Disparidad de caracteres
Es muy popular aquello de “dos polos opuestos se atraen”. Eso puede tener su gracia durante cierto tiempo, pero hay un momento en el que la atracción no es el centro de la convivencia en pareja y prima más el valor del tiempo compartido. Es decir, cierta afinidad en gustos, aficiones y formas de disfrutar. Quizá una amiga te haya dicho aquello de “él solo quiere sentarse en el sofá y ver la televisión, pero yo quiero salir a bailar y divertirme”. A eso nos referimos. Y a ciertas edades, ya es muy difícil cambiar.
Cómo salvar un matrimonio (si así lo deseas)
Si estás dispuesta a luchar por tu matrimonio y crees que todo es una crisis pasajera que se puede salvar, aquí tienes algunos consejos que te pueden ayudar:
- Recuerda lo que te hizo enamorarte de tu pareja: puede ayudar a reavivar el deseo y la emoción.
- Vuelve a sentir curiosidad por él: te ayudará a escuchar, ser más abierta y que tu pareja se sienta valorada, promoviendo la recuperación del vínculo.
- Agita las cosas: planifica algo nuevo para ambos para evitar el estancamiento y no dudes en salir de tu zona de confort; mostrarás mucha generosidad y eso siempre agrada.
- Habla abiertamente de sexo: si crees que el problema está en la cama, aparca complejos y prejuicios, expón a tu pareja todo lo que piensas y sobre todo buscad soluciones entre los dos.
Y si no funciona, tampoco tiene sentido prolongar una agonía. Porque el signo de los tiempos también refleja una tendencia curiosa: cada vez son más las exparejas que siguen manteniendo buenas relaciones y se quieren, aunque se hayan separado.