Cuando los primeros laboratorios se lanzaron a investigar ese concepto de pérdida de densidad (que luego explicaremos por qué ocurre y cómo paliarlo) lo hicieron utilizando un truco usado por los dermatólogos: las arrugas del sueño y su lenta o rápida desaparición. Seguro que puedes hacer la prueba en tu propia cara mientras lees esto.
Lo que proponían –y proponen a día de hoy- es responder a esta cuestión: ¿Cuánto tarda tu piel en borrar las marcas que la almohada deja en tu cara? Cuanto más tarde en volver a su ser, más afinada está tu piel. Esas marcas, que suelen desaparecer antes de siquiera haber apagado el despertador cuando somos jóvenes, necesitan varios cafés para borrarse a medida que nos acercamos a los 50.
Y decimos 50 años por una forma simplificada de hablar ya que, como sabes, hasta que la regla no falta un año seguido no se establece que la menopausia ha llegado para quedarse. Pero la piel puede empezar a sufrir cambios desde la perimenopausia, la fase de transición, que puede durar hasta cuatro o cinco años.
Ya hemos hablado en otras ocasiones de lo que ocurre a la piel en la menopausia. Hoy vamos a centrarnos en que, con el cambio hormonal, se fragiliza, se vuelve más fina y pierde elasticidad, especialmente en la zona del cuello, la mandíbula y las mejillas.
“LA PIEL SE AFINA”
¿Qué significa que la piel se vuelve más fina, que pierde densidad? Es fácil de entender con este símil: Imagina que la piel es un colchón en el que las fibras de colágeno y elastina son los muelles que hay en su interior. Recién comprado, son firmes y elásticos, pero con el paso del tiempo se hunden y tuercen y el colchón deja de estar mullido y pierde la forma.
Pues bien, en la piel pasa igual. Como son los estrógenos quienes favorecen la creación de colágeno, al descender su producción, comienza el proceso de pérdida de densidad. Con menos colágeno (y de peor calidad), la piel se afina. Como le pasa al colchón.
SOLUCIONES EN CASA
Si con la edad vamos perdiendo componentes cutáneos primordiales, debemos intentar reponerlos con nuestra rutina cosmética diaria. No hay que dar nada por perdido.
“El 65-70% de las mujeres tienen la menopausia entre los 45 y los 55 años. Solo un 5-10% pasados los 55. Teniendo en consideración que la expectativa de vida de la mujer en las sociedades desarrolladas se sitúa en los 85 años o más, el tiempo que le queda por vivir desde el cese de la menstruación corresponde a más de un tercio de su existencia”, declara la Dra. Aurora Guerra, dermatóloga miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV). Así que hay que ponerse a ello.
A una piel con deficiencia estrogénica (que acusa un menor espesor de la dermis y epidermis) se le ataca por dos frentes: El diurno y el nocturno. O, lo que es lo mismo, la protección y la reparación.
Busca sueros y cremas para el día que contengan ingredientes nutritivos, humectantes y antioxidantes. El ácido hialurónico de alto peso molecular se vuelve imprescindible para restaurar la elasticidad de la piel. Las vitaminas C y E son excelentes por sus propiedades antioxidantes.
Por la noche, recurre a cremas y sueros con ingredientes que regeneren y redensifiquen. Como la menopausia y sus cambios dejan la barrera lipídica débil, vulnerable y abierta a agresores externos, conviene incorporar ingredientes que mejoren la función barrera, como los probióticos. También las ceramidas y el ácido hialurónico –juntos crean una barrera fuerte- son básicos para evitar rojeces y deshidratación. En cuestiones de reparación, los reyes son el ácido retinoico y el ácido glicólico (como grandes estimuladores del colágeno).
EN LA CONSULTA DEL MÉDICO ESTÉTICO
El concepto “redensificación” está muy en boga y se define como todo tratamiento que busca corregir y prevenir el envejecimiento cutáneo activando las funciones de las células de la piel, lo que consigue una mejora en la textura, la luminosidad, la elasticidad y la hidratación. Las mejores técnicas para ello son: láser fraccionado, infiltraciones de un ácido hialurónico específico y la emisión de ultrasonidos microfocalizados.
- Láser fraccionado: Provoca una serie de microlesiones inducidas de forma controlada que obligan a la piel a producir más colágeno de forma natural (como cuando te haces una herida). Consigue un rejuvenecimiento global y un fortalecimiento del sostén del colchón.
- Infiltraciones de ácido hialurónico: Son microinyecciones que se ponen en forma de abanico entre la dermis superficial y la dermis intermedia. Lo que se inyecta es un ácido hialurónico de alto peso molecular, no reticulado, prácticamente igual al que genera nuestro organismo. No tiene efecto voluminizador, lo que hace es activar las funciones de la piel, que se pone a producir más colágeno y elastina, consiguiendo la deseada redensificación. Se recomiendan tres sesiones (separadas entre sí veinte días) y, aunque desde la primera inyección se notan resultados, mejoran con la repetición porque tiene efecto acumulativo.
- Lifting sin cirugía: La energía ultrasónica microfocalizada que emite un dispositivo que ya tienen muchos médicos estéticos es capaz de llegar a las capas más profundas de la piel, consiguiendo renovar el colágeno. El resultado de una única sesión de 60 minutos es un rostro mucho más firme. Se le conoce como el nuevo lifting sin cirugía y sus resultados duran entre un año y año y medio.