La carrera contra el tiempo se ha impuesto durante demasiado tiempo pero hoy vemos que en los claims publicitarios de marcas de belleza ya se habla de well-aging o de pro-aging (dejando atrás el término anti-aging), permitiendo que arrugas y canas salgan del armario y que tomen, incluso, las primeras posiciones en la conversación sobre belleza.
Instagram, ese crisol donde se muestra buena parte de la realidad social, comienza a glorificar a mujeres como, por ejemplo, Pino Montesdeoca que, gracias a su singular melena blanca y a que luce las arrugas sin complejos, hoy es protagonista de las mejores campañas de maquillaje y cuidado capilar. O la escritora y crítica de moda Sophie Fontanel, que describió día a día su transición al pelo blanco desde su cuenta, además de relatar el proceso en su libro Une Apparition (Presses pocket, 2019) y hacerse, por ello, mundialmente famosa.
Canas y arrugas pueden convivir con una imagen cuidada y estilosa, siempre que se haga desde la autoconfianza. No hay que olvidar que la belleza es algo subjetivo y que un rostro que transmite tranquilidad es siempre un rostro bello.
La rebelión de las melenas grises
No sé si te habrás fijado pero en los últimos años champús y mascarillas para potenciar la belleza de las canas han invadido los estantes de las perfumerías. Y parece que la demanda social fue quien forzó al mercado. Hace cinco años la multinacional Pantene lanzó en España una campaña llamada “El poder de las canas” que pretendía destruir el mito de la canosa descuidada vs el canoso interesante y, tras ella, no pararon de surgir ideas para cuidar, potenciar y sublimar las melenas plateadas. Instagram se llenó de modelos senior cuya belleza singular es inspiradora y quita presión al resto, que ya no se ve obligada a teñirse, sino que lo hace porque le gusta.
Hoy desde las revistas se dice que las canas, no solo hay que cubrirlas porque sí, sino que si decides dejarlas al aire se les puede sacar hasta partido. Ahora bien, para ello primero hay que conocerlas. Cuando el cabello deja de producir melanina se cambia su composición química, algo que lo vuelve más duro y menos manejable, con la consiguiente pérdida de flexibilidad.
Además, los cabellos blancos dejan ver la médula (una cavidad que hay en la fibra), lo que le resta brillo. Para cuidar un cabello canoso, pues, hay que usar productos un poco especiales. Para empezar, un champú y un acondicionador que quiten los reflejos amarillos, para que el blanco luzca ultra luminoso. Esto se consigue añadiendo pigmentos violeta (sí, existen los champús violeta).
Además, conviene tener a mano mascarillas que suavicen el encrespado y sprays de acabado que aporten una dosis extra de brillo. Por último, para lucir las canas con estilo y autoconfianza, se recomienda llevar un corte de pelo impecable. Por ejemplo, un pixie al estilo de Mia Farrow en La Semilla del Diablo, una melenita corta con flequillo o un desfilado con flequillo cortina. En caso de querer una melena larga, es importante que esté brillante y sin encrespamiento, algo que se consigue con aceite capilar en medios y puntas, secador y cepillo.
A tope con las arrugas
Con arrugas y sin ellas, la belleza objetiva existe y en cuestiones de piel tiene que ver con un aspecto cuidado y saludable pero, sobre todo, con la luminosidad. Los médicos estéticos bien lo saben porque, aunque usan sus técnicas para borrar o disimular arrugas, también proponen abordajes cosméticos y médico-estéticos para potenciar la calidad de la piel y su luminosidad, que es lo que más impacto tiene en el que te mira, por encima de las arrugas o la flacidez.
Por ello, está claro que las arrugas no son siempre enemigos a batir. De hecho, estos mismos médicos que se afanan en hacer desaparecer algunos signos del tiempo (si tú quieres), también insisten en que hay arrugas que, como decía ese genio de la moda que fue Adolfo Domínguez, son bellas. ¿Y cuáles son esas? En general, las que transmiten alegría, en lugar de tensión, tristeza o malhumor.
A partir de los cuarenta años, un rostro sin rastro de líneas de expresión resulta antinatural así que, si has decidido dejar al aire tus arrugas pero hay algunas con las que te sientes un poco menos cómoda, fíjate en que estas últimas no sean las conocidas como verticales. Salen en el entrecejo (ceño), alrededor de los labios (código de barras), desde la nariz hasta la barbilla (surco nasogeniano) o a los lados de la barbilla (arrugas de marioneta). Normalmente, estas líneas sugieren emociones que muchas veces no son reales pero que transmiten algo negativo: que frunces demasiado el ceño, que crispas los labios, que tensionas la mandíbula…
Por el contrario, las arrugas horizontales (patas de gallo, por ejemplo) salen alrededor de los ojos o a lo largo de la frente por sonreír, por asombrarse y no tener miedo a gesticular y a demostrar el estado de sorpresa o alegría. Hay unas terceras arrugas, características del fotoenvejecimiento, que conocemos como elastosis solar y que no dejan que la piel se muestre bonita ni luminosa. Contra esas poco se puede hacer, pero la buena noticia es que se pueden prevenir: con una protección solar muy alta y de amplio espectro los 365 días del año. Pero eso ya es otra historia.
Si se quiere presumir de piel luminosa, se tengan o no arrugas, lo más importante es cumplir una rutina diaria corta pero eficaz: limpiar por la mañana y por la noche, hidratar con el producto más adecuado al tipo de piel y, sobre todo, proteger eficazmente contra la radicación solar. Una exfoliación semanal y una mascarilla anti-edad de vez en cuando pueden ser el plus perfecto para desviar la atención sobre las arrugas, que a nadie le importarán si tu piel parece brillar con luz propia.