Es difícil asumir las primeras pérdidas de orina, pero compartir el tema con las amigas o la pareja y, por supuesto, consultarlo con el médico, es un gesto necesario para afrontar el cambio y que sea algo más fácil.
Compártelo con tus amigas:
En cualquier tema que se considere polémico, ya se sabe que el silencio de la autocensura favorece el tabú. La incontinencia urinaria tiene hasta su día internacional (el 14 de marzo de cada año) y, sin embargo, sigue siendo algo de lo que muchas mujeres no quieren ni oír hablar. Mucho menos compartir.
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Estas afecciones asociadas a los cambios hormonales que trae consigo la menopausia, como la incontinencia urinaria, siguen tratándose como si fueran secretos. Se impone aprender a afrontar el tema y normalizarlo, de cara a consultar a un profesional (médico o fisioterapeuta) como paso previo muy necesario si se quiere solucionar el problema y recuperar la sensación de vivir con más libertad.
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Mil millones de mujeres
La menopausia es una etapa natural que atraviesan todas las mujeres. Por tanto, no se trata de un acontecimiento negativo, aunque algunos de los cambios que provoca en ellas, a veces, se traten con cierto miedo, cuando no con sarcasmo o entre susurros, como si fuera algo de lo que avergonzarse. Entre esos cambios está la posibilidad de tener pérdidas de orina, algo que muchas mujeres no comparten ni siquiera con su círculo más íntimo, lo que resulta paradójico, teniendo en cuenta que es algo que viven una cantidad de mujeres que se estima será más de mil millones en todo el mundo en 2025 (según datos facilitados por Essity).
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Dar visibilidad a la cuestión de la incontinencia es más necesario que nunca pero estamos muy lejos de hacerlo. Según un estudio realizado por Essity, más del 50% de las mujeres con menopausia o en postmenopausia evita comentar estas experiencias de la menopausia con sus parejas, familiares o amigos, por tratarse de un tabú asociado a gente mayor o deterioro físico y, principalmente, porque les da vergüenza. De ahí que se haga tan necesario empoderarse y hablar de ello. Y el primer paso es que las mujeres sepan que pueden contar con el respaldo de sus familiares, parejas, amigos y profesionales sanitarios.
El tabú de la incontinencia
Vergüenza, falta de autoestima, miedo a envejecer… Muchas mujeres en menopausia viven estas emociones a diario, lo que les dificulta pensar en hablar de ello. Como en todos los asuntos que se pueden hacer bola y que cuesta compartir, hablarlo con alguien que te ofrezca confianza es siempre el mejor comienzo.
Una vez roto el hielo y, casi sin darte cuenta, empiezas a aceptarlo. En este sentido, cada mujer sabe quién es la persona con quien quiere comenzar ese deshielo. Puede ser una amiga, la propia madre, la pareja o hasta un terapeuta. Todas son opciones buenas si sirven para comenzar a aceptar que la incontinencia afecta a una buena cantidad de las mujeres que viven el mismo momento vital de menopausia y premenopausia.
Dicho esto, ¿por dónde empezar?,¿cómo se afronta una conversación que puede llegar a resultar difícil? Seas la que habla o la que escucha, hay que saber hacerlo.
Cómo afrontar la conversación sobre incontinencia
Tener en cuenta quién tienes enfrente y tirar de empatía es fundamental. ¿Cómo le gusta hablar las cosas a esa persona? Puede que usando cierto sentido del humor para quitar presión, puede ser mientras hace otra cosa para que tenga las manos ocupadas y no sea necesario el contacto visual… Hay mil formas pero en todas hay un elemento común: la paciencia, acompañada de delicadeza y cariño.
Trucos prácticos para afrontar la conversación
Síguelos y te ayudarán a dar ese paso importante de compartir con tus seres queridos que tienes incontinencia:
1. Prepara lo que vas a decir:
Escribe lo que te gustaría comunicar, incluyendo los puntos principales que quieres abordar. Esto te puede ayudar a organizar tus pensamientos y sentirte más segura durante la conversación. “A muchas nos pasa” y “se puede tratar” son los dos conceptos más importantes a la hora de convertir algo que siempre se ha tratado entre susurros y miradas de lado en algo sobre lo que tener una conversación abierta.
2. Comienza con alguien de confianza:
Si te sientes muy nerviosa, intenta primero hablar con la persona con la que te sientas más cómoda y apoyada, como una amiga cercana o un familiar con quien tengas mucha confianza. Piensa que esas personas son las que más te quieren y que nunca van a hacerte sentir mal, al contrario. Juntos, además, podréis buscar la solución, que puede pasar por ejercicios, por ir a la consulta médica o por compartir el uso de protección específica para la incontinencia.
3. Practica la conversación:
Puedes ensayar lo que vas a decir frente al espejo o con un profesional de la salud que te brinde soporte. Practicar te ayudará a ganar confianza y a ajustar el mensaje según cómo te sientas al expresarlo. Cada uno es como es y tiene su forma de expresarse a través de una comunicación que es propia. La confianza, el cariño y la experiencia de haber tratado otros temas que no apetecía afrontar deben ser la base, seas quien habla o quien escucha.
4. Busca información de apoyo:
Lleva contigo algún material informativo sobre la incontinencia, como folletos o artículos, especialmente aquellos que expliquen que es un problema común y manejable. Esto puede ayudar a desmitificar el tema y hacer que la conversación sea más objetiva.
5. Establece objetivos pequeños:
En lugar de pensar en la conversación como un gran evento, divídela en pequeños pasos. Por ejemplo, podrías empezar por decir que quieres hablar sobre un problema de salud que te está afectando y gradualmente entrar en más detalles, según veas la reacción de la otra persona. Estate tranquila y recuerda que la mayoría de las veces, la anticipación de una conversación difícil es más estresante que la conversación en sí.
Lo importante es que tus seres queridos probablemente querrán apoyarte y ayudarte en lo que puedan. Entre todos podemos hacer que se termine hablando sin tabús de las soluciones posibles a la incontinencia urinaria, porque las hay, y porque el estigma debe desaparecer de una vez por todas. Somos mucho más que aquello que nos preocupa y es el momento de empoderarse. Tengo pérdidas, sí. Igual que tengo menos pelo y una piel más fina. Pero también tengo una vida personal llena de amor, un día a día estimulante, unos planes de futuro y un entorno que me hace feliz. Y eso es lo más importante.
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